viernes, 19 de junio de 2009

Amanece ocaso


Hoy no es un día alegre. De madrugada nos ha dejado Vicente Ferrer, y el café del desayuno se nos ha atragantado con el último atentado de ETA, que se ha llevado por delante a Eduardo Puelles García. ¿Qué se puede decir que no se haya dicho ya?
Sólo pensar en esa dantesca escena, en su familia, en la sangre y el fuego, en los gritos, en la rabia, en el dolor, en la desesperación, en la impotencia... siento escalofríos.
Después, me quedo en blanco.

Esta mañana, el pequeño nietecito de la vecina, tan alegre con sus rubios rizos locos, nos ha mirado a todos con cara de susto.

Supongo que sólo nos estaba imitando.

3 comentarios:

iñaki dijo...

Las tragedias nos rodean cada día. Unas nos rozan y otras acontecen lejos. Unas las vemos y otras no. Unas las queremos ver y otras no.
Creo que necesitamos gafas especiales que nos ayuden a denunciar y a sensibilizarnos con todas las injusticias.
Y así empezaremos a arreglar el mundo.
Es decir, utopía, nanai, naranjas de la China.
Pero me amarro a una gran frase de Eduardo Galeano.
"La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces, para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar".

Amaiasan dijo...

Bonita reflexión, aunque este adjetivo quizá no sea el más adecuado.
El camino es necesario... y dicen que todos los caminos nos llevan a Roma...

iñaki dijo...

todos los caminos llevan al cementerio, diría yo,
pero mientras tanto hay un tiempo precioso que aprovechar
Sabiendo que lo que te pasa es lo que te tiene que pasar...
hasta que no provoques otra cosa.