martes, 20 de marzo de 2007

Historias para no dormir II: ¡Pasa la bola!!


Desde luego, algunas de mis conversaciones telefónicas productivas no serán, pero desde luego para monólogos chistosos dan mucho juego. Doy fe. Como prueba de ello, contaré mis dos últimas experiencias telefónicas exasperantes a la vez que hilarantes. Os contextualizo:

- Misión (¿imposible?): hablar con algún responsable del área o secretaría de la mujer de algún sindicato. (¡Espeluznante!!)

- Logística: teléfono y paciencia (ésta última puede autodestruirse fácilmente).

Total, que llamo a X sindicato y un joven caballero responde así de claro a mi pregunta comodín "¿sabe cuándo vendrá la persona que puede ayudarme?":

- Cuando están, están; y cuando no están, no están.
Mi cerebro se hiela rápidamente y pienso que jamás me había sentido tan ofendida. Yo, que voy de modosita y educada, y que todo lo termino con un gracias o un por favor. ¡Ilusa! Sabía que la profesión estaba denigrada y minusvalorada, pero creía haber leído en alguna declaración de los derechos humanos los estudiantes, incluso los de periodismo, gozábamos del derecho de ser consideradas personas. En cambio, la realidad siempre te escupe la verdad en la cara. En fin, reacciono como puedo y le digo con toda mi tranquila y sutil ironía que creo el joven caballero no captó:

- ¿Podría ser más concreto, por favor?

El joven caballero, siempre amable y conciso, suspira y dice:

- Pues tendrían que estar de 9 a 14h y de 16 a 19h, pero no están.

La conversación acaba en plan: vale, bueno, gracias (por nada), hasta luego. Cuelgo y razono: me ha dicho que no están, asi que eso significa, efectivamente, que no están. No te preocupes Amaia, porque al jodido tipejo le has sonsacado una información valiosa: cuando esas personas que pueden ayudarte estén, lo estarán realmente, de 9 a 14h y de 16 a 19h. Estupendo.

Pero... ¿pensabáis que eso era todo lo que tenía para contar? No, no... ¡se trata de que tras leer esto no podáis dormir! Asi que allá va mi segundo prfff telefónico:

- Hola, buenos días, soy tal y estudio esto y me gustaría saber si puedo hablar con alguien del área de la mujer de vuestro sindicato.

Atentos, suspense.... que viene, que viene....:

- Jo, ¿y no puedes llamar a otro sindicato?

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Por si a alguien le interesa, la persona que me dijo esta magnífica perla era una mujer. A mi cabeza viene repentinamente esa cancioncilla que dice: Mujer contra mujeeer... sólo que sin ningún atisbo lésbico. Pero ninguno.
Vamos a ver: ¿cómo se puede tener tan mal markéting? Me dice que vaya a "otro sindicato". Como diciendo: niña, a mi no me vengas con feminismos, uf, ¡qué pereza!.
Si yo entiendo que la vida es de por si demasiado complicada como para hacer caso a una repelente estudiante que está pidiendo no sé cuántas cosas, pero ... ¿mandarme a la competencia? ¿Qué me diría otro sindicato si le dijera que me ha enviado otro de la "competencia"? Estaba acostumbrada a que me remitieran continuamente de un sitio a otro, pero jamás me había ocurrido algo parecido. ¡Y encima aún tenía el cerebro congelado de la conversación anterior!...

En fin, en una palabra: flipauta.

Espero que no durmáis en varios dias, aunque eso sí, os aseguro que estas dos afables personas dormirán plácidamente. Y si no, pues no lo harán.




Foto: El Grito, de Munch. Lo he pillado de aquí. Gracias por no denunciarme. Que bastante tengo.

miércoles, 14 de marzo de 2007

¿Qué tal?

Es curioso cómo un simple y desinteresado "¿qué tal?" puede animar un día de inestable cambio climático. Al final, te acabas subiendo al carro de los intereses, de las hipótecas y de los contratos verbales. Todo acaba reduciéndose a un "Hola, buenas, ¿tienes esto? Pues dame aquello". A veces, incluso el "Hola" y el "Buenas" brillan por su ausencia.
Por eso, se hace extraño que en una parada de ese carrusel de la locura y el estrés alguien te diga un qué tal y que tan sólo signifique eso: qué tal te va. Sí, a ti. ¡Con lo vanidosos que somos! -vuelvo a cobijarme y a reconfortarme en la cálida primera persona plural- ¡Oír algo así hoy en día es todo un logro!!¡Extra!¡Extra! (extraordinario).

En fin, ¿nunca os habeis preguntado si todas esas cosas que hacemos que están apuntadas en la agenda tienen algún sentido? Es decir, si hacemos un análisis meramente utilitarista, todas esas pequeñas e interminables cosas que tenemos que hacer nos repelen muchísimo. Son esos quehaceres que te frustran al robarte miserablemente un tiempo precioso que bien podrías invertir en ver un buen paisaje o en perderte por un camino por el que nunca antes habías pasado.

Entonces, ¿qué nos hace seguir cogiendo puntualmente ese asqueroso y frenético vagón en el que apenas te dan los buenos días cuando no te tiran de él de una patada en esa zona del cuerpo tan necesaria para sentarnos frente al ordenador? Que levante la mano el que lo sepa.

Personalmente, no sé por qué sigo subida en este tren... ... pero quizá sean esos qué tales exclusivamente amistosos los que me aferren a él.