sábado, 13 de octubre de 2007

Sobre la paz y la paciencia

¿Habéis intentado alguna vez leer un periódico acostados en vuestra cama? Bien, he de advertiros de que es sumamente difícil e incómodo. Las páginas se escurren por tus manos, el periódico se convierte en un milhojas que escapa a tu control y antes de leer poco más de tres titulares sobre política, el sopor se apodera de ti y amaneces entre sudokus, esquelas y clasificados XXX. Como somnífero es muy recomendable, aunque si quieres mantenerte informado, la estrategia se queda algo coja.

Supongo que mis supuestos lectores críticos se preguntarán por qué Amaiasan es tan extravagantemente ridícula. Y si no os lo preguntáis vosotros, ya lo hago yo. ¿Por qué soy tan extravagantemente ridícula? Sé que como aspirante a periodista, el primero de mis deberes es mantenerme al tanto de todo lo que me rodea. Estar actualizada, tal como lo denomino yo vulgarmente. Pero es que no se trata de echar un rápido vistazo a las ediciones digitales o a los titulares de la prensa escrita. No, nada de eso, pequeños. Hay que profundizar, hay que ir más allá del lead, hay que ir incluso más alla del pie de foto. Hay que contrastar, verificar la información, buscar ratas y erratas. Leer todas las noticias de todas las secciones porque hemos de ser periodistas de pro, y no vale ir a mamá Google. Que no, que estamos matando nosotros mismos nuestra profesión, y tampoco es plan.

Así que, tras una presentación de una nueva asignatura de una nueva Facultad de una nueva vida, decidí hacer bien los deberes y me dirigí a la librería de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM, la "complu" para los amigos. Y cuál es mi sorpresa cuando el amable librero me dice que sólo tiene "El País". Y yo, aferrándome por enésima vez a mi ingenuidad característica, quiero pensar que ya ha vendido el resto de la prensa y que sólo le quedan ejemplares del citado periódico. Pero el librero es firme y conciso:

- También tengo La Vanguardia, pero ya no me quedan.


Recapitulemos. Poneos cómodos en vuestro asiento y si estáis de pie, sentaos. Resulta que en una Facultad de Ciencias (plural) de la Información (término abstracto, puro, vasto...), sólo venden determinado periódico. ¡Eso es pluralidad y lo demás son tonterías! ¿Para qué contrastar? ¡Si ya sabemos que lo que dicen los demás es mentira cochina! Ais... En fin. Considero esta mi primera crítica (constructiva y sin ánimo de que me expedienten(...)) en esta nuestra Facultad. Viva el Séneca Powah.

Volviendo a la sucia suciedad... ¿Qué demonios está pasando? Hablamos de la politización de los medios pero eso no sería lo más grave. Digo "sería" porque los periódicos ya no son de izquierdas o de derechas, sino de este u el otro partido. ¡Esto es de prisa! ¡Digo de risa, risa!...

Ya ni siquiera merece la pena luchar por conseguir el Nobel de la Paz. Y es que hoy no debe de ser un buen día para los ecologistas: Al Gore ha recibido el premio Nobel de la Paz "por su lucha contra el cambio climático". Pues sí que es fácil obtener este tipo de prestigiosos (¿?) galardones. Uno hace un documental, se hace un poco mediático-polémico-pseudoecologista electoral y ya tiene la guita en el bolsillo. No me extraña que Paris Hilton crea que puede salvar el mundo sólo con "llamar la atención" en países como Ruanda.

Llegado a este punto, vuelvo a las primeras líneas y me asombro de mi capacidad para desviarme del tema. Quería explicaros que, en mi afán por mantenerme informada correctamente, se me acumula el trabajo, el tiempo se me escapa misteriosamente y al final el día termina y el periódico que me he comprado por la mañana sigue ahí, en mi carpeta, intacto. Así que me lo llevo a la cama. Sí, ese es mi "libro de la mesilla de noche", corazones. ;-)

A la mañana siguiente, las noticias de ayer han muerto y están más que enterradas. Yo me despierto y me dirijo en busca de una oportunidad, un café, una idea. Todos vamos como hormiguitas de aquí para allá, en busca de un medio para subsistir. Llegamos cansados a casa al final del día y la televisión nos obsequia con pequeñas grandes dosis de morfina. Entre guerra y guerra televisada, damos paso a la publicidad. Un conocido cocinero va a "diseñar" un menú especial para enfermos de cáncer. Un polémico fotográfo vuelve a la farándula con su dudosa estrategia de causas nobles y publicidad por el mismo precio. Un padre lucha porque unos vídeos de su hijo que padece una enfermedad mental no circulen por You Tube y las cadenas de televisión se encargan de que todos sepamos de qué video se trata y seamos capaces de identificar a su hijo con la cara pintada a pesar de la mala calidad de las imágenes.

Y una noche más, me meto en la cama con un periódico caducado, lo intento leer a conciencia y me duermo en el intento con la siguiente pregunta en mi nublada mente: "¿Para cuándo el Nobel de la Paciencia?"


P.D.: Esta foto me parece más que sugerente para este post suicida, y la he captado honradamente de The Economist. Una vez más, no se lo digáis a la SGAE, que ya tienen suficiente trabajo con los cánones violadores de toda presunción de inocencia y además las cárceles están llenas de reclusos/as. Peace&Love.