lunes, 27 de agosto de 2007

Investigaciones cruciales para la especie humana I

Leo el periódico una mañana de agosto y, a pesar de saber que es agosto y que el flujo de noticias es bastante escaso y deprimente, encuentro algo que llama mi atención. Dice así:

"Investigación: La mujer se orienta mejor en el "super"".

Ajá. Me quedo mucho más tranquila. Tras leer el sorprendente e interesante titular, decido leer el pequeño párrafo que le sigue, osease, el "corpus":
"Un estudio científico de las universidades de Yale y California concluye que la evolución ha hecho que las mujeres se orienten mejor que los varones en el supermercado".
Claro, ¡faltaría más! Si desde el australopitecus la mujer se las apañaba mejor que su colega del sexo opuesto en el Carrefour, y pillaba las mejores ofertas. Ya en el periodo del homo erectus, la mujer estaba al tanto de las malvadas estrategias del marketing y desconfíaba del carrito de piedra que siempre se iba hacia la derecha, justo donde estaban las estanterías con productos tan caros como apetitosos: jabalí, bisonte, lino, pergamino...

Después de pensar unos instantes en la relevancia de dicha investigación, me pregunto si realmente los que han llevado a cabo tal estudio son científicos de Yale y California o si ha sido El Corte Inglés u otra importante cadena de supermercados. Por otro lado, si efectivamente se trata de investigadores de tales universidades norteamericanas, siento lástima por ellos. Matricularse para eso. Pagar lo que habrán pagado para "investigar" este tipo de comportamientos humanos. Cuántas horas y cuánto presupuesto para una conclusión tan inquietante como absurda.

De todos modos, he de reconocer que desde que leí esta noticia, ahora paseo airosa por el supermercado y miro por encima del hombro a los pobres homo sapiens sapiens macho, que aún no saben que hay que pillar los yogures del fondo porque son más recientes y por tanto tardarán más en caducar. Pobrecitos.

Al parecer, es una cuestión de evolución...

Llego a la cola y me impaciento, pero no por nada, sino porque siempre que llevo helados me pongo en la cola que más lenta va y en la que siempre surge un problema con un código de barras o alguien quiere deshacerse de la chatarra y se tira media hora contando, céntimo a céntimo, hasta llegar a a los 23, 17 euros exactos. En fin, paciencia Amaiasan. El caso es que mientras los helados se derriten, sigo pensando en la maldita investigación de Yale y California, y llego a una deprimente y pesimista conclusión. Eso de orientarse, ¿será una manera de decir que las mujeres compramos mejor? Pero mejor... ¿en qué sentido? ¿Somos las mujeres mejores consumidoras que los hombres? Mmh. Eso ya no me enorgullece tanto.

Sin más, me digo a mí misma. Son investigaciones que dan de sí lo justo para un post pseudogracioso. ¿Por qué compararnos todo el rato? ¿Es así como conseguiremos la ansiada igualdad? ¿O se trata quizá de una cuestión de evolución?

Seguiremos investigando. Después de la publicidad. ¡No se la pierdan!

P.D.: Las fotos han llegado misteriosamente a mi ordenador. Tengo entendido que provienen de aquí y de aquí. Que quede entre nosotros, ya sabéis.