Me gustaría despedir este año difícil con una bonita canción (gracias, Bob, gracias Katie) y con las palabras de amor más bellas que se hayan escrito nunca, según mis fuentes no contrastadas. El autor, por supuesto, no podía ser otro que mi admirado Hermann Hesse, cuyas palabras han sido el mejor consuelo cuando el aire me faltaba.
"Esta vez su mirada no le hirió, no le ofendió. Ella no había mirado a sus vestidos y sus modales, su peinado y sus manos, sino penetrado en él, descubriendo lo auténtico, lo inmutable y misterioso dentro de él, lo único, lo divino: el destino".
(Hermann Hesse, La ruta interior)
Que tengan una buena cosecha este 2011.
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